Mi princesa está triste...

Hemos llamado a la ONU, a la CIA y a la NASA, pero no saben nada sobre la tristeza infinita de una niña.
Hemos preguntado al cura, al alcalde, al cartero y a la cotilla del pueblo. No tienen respuesta.
Hemos hecho un bizcocho,
leído un libro, reído otro,
cantado un salmo y crecido un palmo,
llorado un rato y cosido un roto.
Hemos pensado, hablado, suspirado y disimulado.
Pero sobre todo...
Te hemos echado de menos, Papá.
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